www.ongbalanceworld.org

www.ongbalanceworld.org
LOMBOK, INDONESIA

miércoles, 15 de enero de 2014

¿POR QUÉ ACTUAMOS EN LOMBOK, INDONESIA?


El Proyecto Serikat Mimpi, actúa en Lombok, una de las 17.508 islas que componen la República de Indonesia, que se encuentra entre el Sureste Asiático y Oceanía. Con una población de 237 millones de personas, es el cuarto país más poblado del mundo.

Indonesia es un país con gran cantidad de recursos naturales, sin embargo, se encuentra en vías de desarrollo y gran parte de su población vive bajo el umbral de la pobreza.


El hecho de que Indonesia se encuentre situada en medio del conocido como Anillo de Fuego del Pacífico, hace que el riesgo de catástrofes naturales sea elevado. Ha sufrido a lo largo de su historia devastadoras catástrofes por lo que el país siempre se encuentra en permanente estado de reconstrucción sin que haya forma de evitar que siga ocurriendo y que continúe afectando a su población a lo largo del tiempo. A esto se suma, la falta de infraestructuras estables y preparadas para este tipo de situaciones.


Lejos de la ciudad de Mataram, la capital de la isla, se asientan los pequeños poblados característicos de las zonas más pobres de la isla de Lombok. Se trata de poblados, que agrupan entre 30 y 200 familias, que viven en cabañas de maderas o mimbre, algunas levantadas del suelo por vigas de madera que las aislan del suelo, protegiéndolas de las numerosas inundaciones que se producen por las frecuentes lluvias. Los poblados suelen poseer una mezquita, un grifo comunitario, una escuela local, una ventita de varios (Productos de higiene, gasolina, tabaco, refrescos, algunos enlatados...) y, cuando el poblado supera las 200 familias, suele tener una habitación habilitada como centro de salud Cuanto más alejado esté el poblado al núcleo poblacional mayor, menos infraestructura tendrá y sus habitantes tendrá menos acceso a los servicios básicos.


A pesar de que la sanidad en Indonesia es pública, sólo se tiene acceso a ella, cuando la persona ha tramitado su Kitas (como el DNI español), sin embargo tramitarlo cuesta unas 300.000 rupias, casi 20 €, por lo que para una familia que solo posee ingresos mensuales de unos 60€ es inviable que puedan hacer frente a ese costo. Esta situación, hace que la población local se encuentre condenada a no contar con un sistema sanitario al que puedan acceder con facilidad. Por el contrario, no acuden a los centros sanitarios hasta que el dolor es inaguantable y no tienen más remedio que acudir. En ese momento suele ser tarde, y finalmente acaban falleciendo o perdiendo aquel órgano o miembro que tengan afectado. Las condiciones higiénico saludables en las que vive la población contribuye a la proliferación de enfermedades y a la complicaciones de procesos sencillos. Asimismo, la población local carece de educación sobre hábitos de vida higiénico-saludables, ni sobre prevención.

Por otro lado, la población se enfrenta al fracaso generalizado del sistema educativo. Gran parte de la población infantil no acude a la escuela dado que la más cercana puede estar a varias horas caminando desde sus cabañas. Muchas veces los peligrosos caminos hacia la escuela constituyen serios riesgos para sus vidas y otras veces, sencillamente no acuden porque se encuentran inmersos desde muy pequeños en el mundo laboral. Desde edades tempranas, los niños y niñas indonesias sirven con mano de obra gratuita dentro de sus propias familias, ayudando a sus padres tanto en la recolecta de algas, como en labores de construcción o de cuidado de hermanos más pequeños. Del mismo modo, en Lombok, la mendicidad y el trabajo infantil es incalculable.


Además, Indonesia es el país con mayor número de musulmanes del mundo, por lo que la cultura musulmana impregna la mentalidad de la población con roles de género muy marcados, llevando a la mujer a una situación de inferioridad con respecto a los hombres. Esto hace que hayan unos índices elevados de violencia de género y que sea un país eminentemente machista, donde los derechos de las mujer se encuentran supeditados a los deseos de los cabezas de familia, sus padres o sus maridos. Así no es raro encontrar lugares donde continúan castigando la infidelidad femenina o la homosexualidad con latigazos públicos.


Sin embargo, la población de Indonesia se caracteriza por su amabilidad y su hospitalidad. Se trata de un país informalmente colonizado por gran cantidad de población extranjera que se encuentra disfrutando del entorno excepcional que configura el país y constituyendo enormes colonias que poco a poco están occidentalizando la cultura indonesia. En Indonesia conviven dos realidades paralelas, la absoluta pobreza y la opulencia de los extranjeros que se han asentado allí. Estas dos realidades conviven pacíficamente, sin encontrar oposición por parte de la población local, quien asume sin contrariedad, servir a los que vienen de fuera.


serikatmimpiproject@gmail.com
www.ongbalanceworld.org

martes, 14 de enero de 2014

NIÑOS Y NIÑAS TRAS EL TSUNAMI DE INDONESIA

EL TRAUMA DE MEDIO MILLÓN DE NIÑOS Y NIÑAS EN SUMATRA, DESPUÉS DE UN TSUNAMI

Sin hogar ni escuela, con falta de comida y el trauma de haber perdido a algún familiar, unos 500.000 niños afectados por el seísmo de la semana pasada en la isla indonesia de Sumatra son ahora una prioridad de la ayuda humanitaria. Problemas de logística dificultan además la llegada de los recursos.

Desde el fuerte terremoto, que mató a más de 3.000 personas y dejó sin casa a unas 450.000 personas, las precarias carreteras de montaña de la región de Pariaman, en la provincia de Sumatra Occidental, la zona más afectada, se han convertido en un imán para los chavales.
Los menores, con cajas de cartón y botes de aluminio, mendigan durante todo el día junto a las calzadas esperando una limosna de las decenas de vehículos de los cooperantes que trabajan a marchas forzadas en la región.





"El problema de los niños que mendigan desde el terremoto es muy preocupante", asegura Amson Simbolon, responsable de educación del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en Indonesia y coordinador de las organizaciones no gubernamentales (ONG) educativas y de la infancia que trabajan en la zona devastada por el seísmo.

La mayoría de los chicos ha sido empujada de golpe a la mendicidad por la muerte de sus padres, la destrucción de sus viviendas o la desaparición del modo de vida de su familia.

UNICEF calcula en un informe de evaluación que aparecerá en los próximos días que unos 500.000 menores han sido afectados, en mayor o menor medida, por el terremoto y que cerca de 2.000 colegios han resultado dañados, de los que casi 900 han quedado completamente inutilizables.
"La limosna no es la solución a sus problemas, hay que mantenerlos fuera de las carreteras", añadió Amson Simbolon, lo que para él implica un planteamiento integral que tenga en cuenta los factores económico, social y psicológico.

El presidente de Indonesia, Susilo Bambang Yudhoyono, aseguró que la recuperación de la zona afectada por el seísmo de 7,6 grados de magnitud implicaría la creación de una agencia nacional similar a la que afrontó la reconstrucción tras el tsunami de 2004.

Los primeros centros escolares empezaron a abrir sus puertas esta semana a pesar de que se ha tenido que dividir a los alumnos en dos turnos, reducir el horario lectivo o fundir clases a causa de los desperfectos.

"Vamos a colaborar con expertos para construir escuelas resistentes a terremotos", aseguró el ministro indonesio de Educación, Bambang Sudibyo.
Mientras se llevan a cabo la reconstrucción y rehabilitación de los colegios, proyecto el que el Ministerio de Educación dedicará 280.000 millones de rupias (29,9 millones de dólares o 20,2 millones de euros),algunas escuelas han reiniciado sus clases en tiendas de campañaprovistas por el Gobierno.

Por su parte, Unicef culminará mañana la instalación de 60 escuelas móviles con capacidad para unos 80 estudiantes cada una, y el mismo número de "puntos recreacionales", además de los 15 barracones-escuela que instalaron hace una semana.

Escuela para olvidar el trauma

Estos pequeños centros de recreo ambulantes, con libros y juegos, tienen como función hacer a los niños olvidar el trauma causado por la catástrofe y favorecer la socialización.

Asimismo, algunas ONG ha levantado varios de estos centros recreacionales con capacidad para unos 300 niños cada uno, centrados en la recuperación psicológica de los menores.

Los expertos apuntan que los niños son los más sensibles ante este tipo de calamidades y que pueden padecer insomnio, pesadillas, claustrofobia o trastornos de carácter.



Angga, de siete años, ante las ruinas de su casa familiar en Kampong Laweh, al noreste de Padang. | Ap


                     JUAN PALOP - PARIANAM INDONESIA